Ejes de trabajo
Estos son algunos de los principales ejes de nuestro trabajo político aunque no los únicos. Acá encontrarás el fruto de una larga experiencia que combina estudio, experiencias de vida, trabajo territorial y social, capacitaciones, intercambio con organizaciones y especialistas.
GÉNERO
Análisis de situación:
Estamos haciendo historia, inmersas en un gran movimiento de mujeres y diversidades que es todo excepto homogéneo; y eso es lo que nos hace imbatibles. Dentro del movimiento feminista hay muchas luchas, búsquedas, reclamos y formas diferentes de entender el feminismo. Pero nos une un objetivo superador: cambiarlo todo de raíz, expandir nuestros derechos y finalmente construir una sociedad igualitaria e inclusiva. Eso es lo que nos da fuerza para seguir caminando día a día más allá de las adversidades.
Los feminismos vinieron para quedarse y hacerse lugar en la agenda de un sistema político patriarcal y excluyente. Lo logramos gracias al impulso de les jóvenes, que supieron ver en este movimiento y sus modos de hacer política una alternativa, un camino para el verdadero cambio. Pero también gracias a las luchas de largas décadas de quienes construyeron con su ejemplo y sus reivindicaciones.
Desde Identidad nos reconocemos y constituimos como un partido político feminista que lleva en alto los reclamos del feminismo y las disidencias, pero que también incorpora en su conformación la visión y las prácticas feministas de hacer política. Formamos parte de un gobierno que le ha dado un lugar protagónico a nuestros reclamos, lo que se tradujo en la sanción del primer presupuesto con perspectiva de género, el cupo laboral trans en la administración pública, y la sanción de la IVE. Y en un momento de crisis mundial, con una pandemia que afecta principalmente a las mujeres, me siento orgullosa de pertenecer a un gobierno liderado por Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, que continúa apostando a la ampliación de derechos.
Todo proyecto político que piense en un futuro más justo para nuestra sociedad tiene que ser feminista como condición sine qua non. No puede haber justicia social sin feminismo, sin equidad real de oportunidades entre los géneros.
Lo que logramos y lo que nos falta:
Cuando fui diputada pude observar desde adentro cómo los feminismos fueron adentrándose en la agenda parlamentaria: la Ley de paridad de género en las listas, el primer tratamiento en el recinto de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, son algunos de los ejemplos. Pero lo más interesante que ha llevado el feminismo a la Cámara de Diputados es una nueva forma de hacer política, que se expresa claramente en estas dos leyes que menciono.
Esas victorias fueron producto de un arduo trabajo de mujeres diputadas de los diferentes bloques políticos. Aun con diferencias ideológicas sustanciales, logramos avanzar en pos de conquistar derechos para las mujeres. Hemos podido construir consensos, tejiendo redes y conquistando sanciones fundantes.
Pero aún falta un largo camino por recorrer. Durante el primer año de pandemia en nuestro país han fallecido 287 femicidios y transfemicidios, producto de la violencia machista. Donde la brecha salarial entre varones y mujeres es del 30%. Por esto luchamos. También lo hacemos por la provisión gratuita de elementos de gestión menstrual, porque es un derecho. Luchamos por la sanción y la formación de quienes ejercen acoso callejero, porque queremos poder caminar por la calle sin miedo. Luchamos por la implementación de lactarios y por la igualdad de género en el ámbito laboral, donde las brechas en muchos casos siguen aumentando. Luchamos para que la temática de violencia contra las mujeres y las disidencias no sea soslayada en la currícula escolar, ni ocultada en la Justicia. Queremos una justicia feminista, con perspectiva de género, que no solo deje de hacer la vista gorda ante abusadores y femimcidas, sino que también contribuya con la disminución de las violencias.
ECONOMÍA DEL CUIDADO
Análisis de situación:
Durante mucho tiempo esta dimensión de la economía no fue cuestionada. A los ojos de la lógica capitalista y patriarcal en la que vivimos, las tareas de cuidado fueron y aún siguen siendo, tareas poco valoradas.
Por el solo hecho de ser mujeres, personas travestis o trans, u otras identidades feminizadas, es probable que toda la carga de las tareas del hogar recaiga sobre nuestras espaldas. Se naturaliza que somos cuidadoras por excelencia como consecuencia de una división del trabajo ficticia y construida socialmente, en la que los varones trabajan y las mujeres cuidan.
Gracias a la lucha feminista, fuimos ganando terreno en el mercado laboral. Por lo tanto, la sociedad entendió que las mujeres también tenemos proyectos y ambiciones formativas, y laborales (se trata de todas formas de una victoria parcial, la brecha salarial entre varones y mujeres en Argentina es del 30%). Sin embargo, la distribución de las tareas de cuidado no cambió. Actualmente, una mujer no solo trabaja fuera del hogar, sino que también debe seguir haciéndolo cuando llega a su casa. Es decir, tenemos doble carga de trabajo. Es por esta situación que afirmamos que la distribución de las tareas de cuidado son el núcleo duro de la desigualdad de género.
La organización de las tareas de cuidado reproduce, además, desigualdad económica y social. El trabajo de cuidado no solo está mal distribuido entre varones y mujeres, sino que además no está remunerado. Y no solo esto, las mujeres pobres tienen más demandas de cuidado que las mujeres con más recursos. Este factor hace que aumente en mayor medida la desigualdad social.
Cuando hablamos de la inequidad en las tareas de cuidado, tenemos que tener en cuenta cómo se agrava esta situación ante familias en las que hay hijes con alguna discapacidad, familias monomarentales, mujeres migrantes, mujeres con alguna discapacidad e identidades LGBTI+, entre otres.
Es urgente que sigamos avanzando en la discusión y elaboración de políticas públicas que creen las condiciones materiales para una nueva economía del cuidado.
Lo que logramos y lo que nos falta:
Garantizar derechos para las mujeres y otras identidades que se encargan de las tareas de cuidado en los hogares, es garantizar Derechos Humanos, y, por lo tanto, esto implica responsabilidades estatales ineludibles.
Hasta el momento hemos dado grandes pasos, como la sanción de la Ley de Casas Particulares, pero el trabajo por la implementación implica un largo camino que no debemos abandonar.
Durante el 2020, debido a la irrupción de la pandemia y la cuarentena, los trabajos de cuidado en los hogares se incrementaron. Esto trajo como consecuencia la fuerte visibilización de toda la carga laboral no remunerada que cae sobre los hombros de las mujeres. En este sentido, el Estado implementó una serie de medidas tales como aumento de la AUH, de la Tarjeta Alimentar, licencias laborales para madres y padres y la creación del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE). De hecho, el IFE fue la primera política pública pensada específicamente para la situación de las trabajadoras de casas particulares.
Más allá de celebrar estas políticas, debemos tener en claro que la crisis económica es de tal magnitud que por más que exista la voluntad estatal de mitigar los efectos del freno de la economía en las familias, el problema de desigualdad es mucho más profundo y recae principalmente en las mujeres.
En este sentido, debemos seguir avanzando en la búsqueda de garantizar igualdad de derechos no solo para las familias constituidas, sino también para las familias monomarentales. 6 de cada 10 familias en las que los hogares están a cargo de mujeres que crían solas a sus hijes, son pobres. Sumado a esto, estas familias no fueron incluidas en las medidas de emergencia que dispuso el Gobierno para aliviar económicamente a las y los argentinos. Muchas de ellas no califican para recibir el IFE o los aumentos de la Tarjeta Alimentar no impactan en sus bolsillos, ya que están asociados a los salarios de los varones, quienes, además, se resisten a cumplir la cuota alimentaria.
Creemos firmemente que debemos seguir trabajando por todas las mujeres y diversidades que están en una situación de desigualdad, y que día a día soportan todo el peso de garantizar el cuidado de su familia. Sabemos que con la conformación de la Comisión Redactora del anteproyecto para un Sistema Integral de Cuidado estamos dando un gran paso. Y es en esta dirección en la que queremos seguir debatiendo y aportando soluciones para garantizar una igualdad real entre hombres, mujeres y otras diversidades.
IDENTIDAD
Análisis de situación:
Luego de 37 años de construcción de la democracia y bajo el liderazgo de un gobierno nacional que lleva la restitución de los Derechos Humanos como política de Estado, tenemos la posibilidad de dar un paso más hacia la lucha por la identidad. Llevar adelante políticas para el respeto y la promoción de los derechos de las distintas identidades es prioridad.
En nuestro país, a partir de los sistemas de desigualdad que construyeron su entramado social, son las mayorías las que son excluidas y discriminadas. Las discriminaciones más importantes están ligadas a la pobreza, asociadas al racismo, y por razones de género. Estos sistemas de desigualdad se posan sobre construcciones de identificación e identidad, pero que solo pueden crearse en el contacto con otres diferentes.
Lo que logramos y lo que nos falta:
Desde el INADI acompañamos a quienes sienten vulnerados sus derechos y aportamos a la modificación de pautas culturales discriminatorias.
Seguimos padeciendo la violencia de los discursos de odio. Por eso, lanzamos Empatiz.ar para contribuir a la concientización sobre estas prácticas. Es una plataforma para relevar discursos de odio y trabajar en políticas que promuevan una cultura de empatía en la web.
Tenemos pendiente el establecimiento del cupo laboral travesti trans en el sector privado, porque las identidades sexuales no deben condicionar las posibilidades en el mundo del trabajo. Seguimos lamentando las desapariciones y violencia por motivos de género.
Es inconcebible que la sola idea de que una persona trans vaya a una entrevista de trabajo pueda significar un riesgo para su vida. Es inconcebible que el desarrollo de las identidades se vea amenazado por el miedo a la desaparición física y la anulación en el espacio público.
Sé que enfrentamos una realidad compleja, pero somos muchos, muchas y muches les que soñamos con una patria más inclusiva. Anhelo una Argentina donde la construcción de identidades esté libre de condicionamientos impuestos por el patriarcado, el capitalismo y el racismo. Tenemos que seguir trabajando para conseguirlo.
DD.HH.
Análisis de situación:
El reconocimiento y la garantía de los Derechos Humanos de las personas es lo que me moviliza a involucrarme en los asuntos públicos. Veo con el mismo disgusto que cuando tenía 17 años las inequidades del mundo en el que vivimos, que se vuelven carne en cada niño, niña o niñe con hambre, que se padece abuso y vulneración de los derechos que tenemos al nacer por ser personas.
Por 12 años tuve el honor de representar esas voces e ideales en el Congreso: representar a quienes padecen las atrocidades de un sistema de producción excluyente, a quienes encuentran que no están solos en los lazos de solidaridad que conforman las militancias argentinas con el corazón. Esas fueron las banderas que guiaron cada decisión que tomé como diputada.
Durante cuatro años la gestión de Mauricio Macri desarrolló medidas que pusieron en riesgo el cumplimiento de los DDHH básicos en nuestro país: Derechos Sexuales y Reproductivos; Derechos de los Pueblos Originarios; Derechos de las Personas migrantes, la persecución y juzgamientos de los Delitos de Genocidio y Lesa Humanidad; el Derecho a un vida digna y no signada por la pobreza y la exclusión; el Derecho a la protesta, el tratamiento de las condenas de presos/as; entre otros. Desde el 10 de diciembre de 2019 pasamos de la defensa de los Derechos Humanos a una gestión que se preocupa por reconocerlos y ampliar su mirada e incluir nuevas categorías tan necesarias para que estemos todes incluides.
LO QUE LOGRAMOS Y LO QUE NOS FALTA:
Hoy tengo el privilegio, el honor y la responsabilidad de conducir el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo. Desde allí trabajamos todos los días para recuperar esta institución -devastada por el macrismo- que es tan necesaria. Y es necesaria porque lamentablemente en nuestro país la discriminación es moneda corriente. La defensa de los Derechos Humanos es mi vocación, y haber sido elegida para hacerlo desde un espacio institucional de tal magnitud me llena de orgullo. En cada caso que intervenimos estamos ayudando a transformar la sociedad en una un poco más justa; apostamos por la Reconstrucción Argentina.
Seguiremos trabajando no solo en su defensa, sino también en ampliar la mirada y aplicación de los mismos en nuevas categorías, aún hoy no desarrolladas, como por ejemplo la aplicación de los Principios Rectores sobre las empresas y los derechos humanos.
Tenemos muchos desafíos pendientes: seguimos trabajando para lograr la creación de una policía democrática, que se encuentre realmente al servicio del pueblo. También buscamos la regulación definitiva del cultivo y uso del Cannabis, seguimos plantando cara contra la criminalización del consumo de drogas. La situación de pobreza en general nos hace mucho daño como sociedad, pero sin lugar a dudas la situación más preocupante es la de las, los y les niñes, estamos luchando para que cada argentino tenga para comer y pueda desarrollarse en comunidad.
Aún hoy en día, y pese que en gran parte del mundo la guerra a las drogas comienza a dejarse de lado por su probada ineficacia, nuestro país sigue sin garantizar el DDHH a la salud de todos los ciudadanos. Y sigue criminalizando a quienes necesitan acceder al cannabis con fines medicinales, o bien, a aquellos que consumen cualquier tipo de droga con fines de recreación.