Pese a las múltiples pruebas reunidas en diversos expedientes penales que tramitan ante Comodoro Py, en donde se investigan por un lado el intento de magnicidio contra Cristina Fernández de Kirchner y por otro, los delitos basados en el odio cometidos por Revolución Federal, resulta increíble que a esta altura la justicia continúe sosteniendo que resultan hechos autónomos y sin vinculación, negando las medidas solicitadas.

De las últimas pruebas incorporadas en el expediente donde me encuentro como querellante, hemos podido observar cómo Jonathan Morel, a través de las redes y su propio celular, organizaba cobardes escraches en donde se reclutaba gente violenta, se alentaba a agredir a los bomberos con antorchas y se portaban guillotinas de madera.

Pero lo más grave en esas comunicaciones es que debatían formas para matar a dirigentes del FdT, en particular a Cristina Fernández de Kirchner. A la causa se incorporaron varias pruebas. Algunas, indican que Revolución Federal recibía financiamiento de una empresa ligada al mejor amigo del ex presidente Macri. Otras, que la vecina de Cristina, Tezanos Pintos, cuanto menos colaboró con el grupo Revolución Federal, invitando a unos de sus líderes a su casa para, entre otras cosas, participar de reuniones de tinte político.

Como podemos ver, no hay que ser un genio del derecho para darse cuenta que Jonathan Morel, su grupo de odiadores seriales, y sus financistas, resultan una verdadera amenaza para nuestra democracia, esa que tanto nos costó conseguir. Por eso, vamos a hacer todo lo posible para lograr una Justicia a la altura de las circunstancias, que actúe según el derecho y no motivada por otros intereses. Tarde o temprano, lo vamos a lograr.