Cuando ya pensábamos que habíamos visto lo peor del gobierno de Mauricio Macri en materia de respeto por la democracia y los Derechos Humanos, el pasado Día de la Independencia hemos asistido a una nueva muestra de la peligrosa conducta gubernamental de intentar, una y otra vez, reducir, negar y tratar de borrar uno de los periodos más oscuros de la historia reciente de nuestro país.

En esta ocasión, el elegido para tal absurda, y carente de fundamentos labor, fue el Ministro de Defensa, Oscar Aguad, quien, intentando justificar la presencia de ex militares en el festejo de nuestra independencia, no tuvo mejor idea que desarrollar una idea negacionista no solo de los  golpes contra la democracia producidos allá por el año 1987, sino que además, de la activa participación en ellos de militares hoy vitoreados por el mismo gobierno.

Como si no perteneciese al mismo partido del Presidente Raúl Alfonsín, el Ministro Aguad tuvo la irracional idea de manifestar públicamente que el alzamiento carapintada había sido “un acontecimiento chiquito en la historia que no tuvo ninguna implicancia”.

Sin lugar a dudas esos dichos no fueron ni pacíficos, ni involuntarios, sino más bien, resultan un eslabón más dentro de un plan sistemático llevado a cabo por el Gobierno Nacional, tendiente a alterar el proceso de memoria, verdad y justicia que viene llevando adelante nuestro país, y reconocido en todo el mundo.

Sin lugar a dudas la invitación formal al desfile cursada a un personaje siniestro de nuestra democracia como lo es Aldo Rico, o bien dándole un lugar preferencial en el evento a otro personaje siniestro como Cecilia Pando, militante del robo de bebes y la tortura, resultan circunstancias que por si solas otorgan una idea acabada del cual es el fin de quienes, aun hoy, siguen sosteniendo anhelos de impunidad.

En nuestro deber, como ciudadanos/as respetuosos de la ley y los DDHH, decirles a los/as jóvenes de nuestro país que el alzamiento carapintada de ninguna forma fue un hecho menor, sino más bien, se trató, nada más y manda menos, que un levantamiento militar contra el Gobierno Democrático del Presidente Raúl Ricardo Alfonsín, todo ello para lograr la impunidad de aquellos militares imputados por la comisión de delitos de lesa humanidad; levantamientos que se volvieron a producir meses después, hasta lograr su cometido con la sanción de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final.

Lamentablemente, esta conducta llevada a cabo por los principales referentes del gobierno Nacional no es ni aislada ni inocente.

Como puede advertirse, el gobierno a cargo de Mauricio Macri, lejos de cometer errores, desde hace varios años viene haciendo todo lo posible para cuestionar la historia y el juzgamiento de los responsables de perpetrar una de las mayores la violaciones sistemáticas a los DDHH de los/as de Argentinos/as.

No señor Aguad, ni atentar contra la democracia, ni exigir a punta de pistola la impunidad pata los genocidas, resultan actos “chiquitos” en nuestra historia

Quienes pretendemos vivir en una sociedad más justa y en donde nunca más ocurran hechos aberrantes como los cometidos en la última dictadura cívico militar, no podemos darnos el lujo de permitir que los funcionarios más importantes de un gobierno lleven adelante esta banalización del terrorismo de Estado, sus consecuencias y sus cómplices.

Vamos a seguir trabajando para ello.